Quienes hayan tenido
la mala suerte (o la ventura) de leerme en este blog, saben que la muerte, y en
particular el suicidio, son uno de los temas recurrente de mis divagaciones.
Pues, como
consecuencia de un reciente (y desafortunado en la opinión de muchos miembros
de la familia) comentario en el “grupo familia” de WhatsApp, vino a mi mente
una divagación más… sugerentemente provocadora.
Así como la libertad
de uno termina donde empieza la del otro… cada uno debería de tener la decencia
de abandonar voluntariamente este mundo (de la manera que tenga a bien escoger)
cuando los estragos de la vejez sean tales que la mera supervivencia de uno mismo
se vuelve un obstáculo para la “buena vida” de sus seres más próximos.
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