Disculpen
esta introducción… demasiado extensa.
Después
de los atentados terroristas perpetrados en Paris el 13 de noviembre, me había
dado por tarea contestar (por lo menos intentarlo) la doble pregunta: ¿Por qué
ESTE terrorismo? ¿Por qué EL terrorismo?
A
lo largo de muchos días, semanas y meses, he dedicado la mayoría de mi tiempo
en reunir la información que pudiera ayudarme a sustentar mi doble respuesta.
Es así que hasta la fecha he recopilado, leído y analizado más de un centenar
de artículos, opiniones y tribunas publicado(a)s en periódicos, revistas y
“sitios internet”, tanto franceses como españoles (la gran mayoría franceses). Así
como he vuelto a leer los libros de Jean Baudrillard, que me parecen esenciales
(si bien fueron escrito y publicado poco después de los atentados del 11 de
septiembre del 2001, a las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York
y por lo tanto muchos años antes de que hiciera su aparición el “terrorismo
yihadista”, versión Daesh): “L’esprit du terrorisme” (El espíritu del
terrorismo) y “Power Inferno”… y visto varios videos, entre estos “Pourquoi la
guerre” (Por qué la guerra), conferencia conjunta de Jean Baudrillard y Jacques
Derrida, llevada a cabo el 19 de febrero del 2003.
Varias
veces me he dicho que habiendo reunido y “analizado” este material, ya era hora
de que empezara a poner en orden mis ideas y redactar el resultado de mi
cogitación… sin embargo, no hay día en el cual no “descubra” nueva información
(sin contar con todos los libros que me entero que debería de leer.)
Resultado…
pospongo, día tras día, el inicio de la redacción de esta doble respuesta.
Ahora
bien… como consecuencia de mi historial médico caracterizado por una precaria
salud cardiovascular (cirugía de carótida, muy grave infarto al miocardio que
requirió del protocolo de resucitación y la colocación de 4 stents, además de saber
que muchas de mis arterias siguen parcialmente obstruidas por placas de ateroma)
sin contar con el cáncer de próstata (tratado con prostatectomia radical)… también
pienso en el tiempo de vida que me resta (que puede ser mucho o poco, pero con
tendencia más bien hacia “una probable escasez”.
Lo
cual me lleva a establecer ciertas prioridades. Siendo una de estas, proseguir
con la escritura del relato “Pourquoi pas demain, la mémoire infidèle”, la cual
había suspendido desde hace algunos meses (no por falta de “materia” sino por
haber llegado a un punto que me generaba demasiada “angustia”, la cual según mi
cardiólogo tenía que aparcar momentáneamente.)
Conclusión… he tomado la
decisión de dedicarme de nuevo a la escritura del relato en cuestión… por lo
que, de momento, pospongo la redacción de mis respuestas a las preguntas, antes
expuestas, relacionadas con el terrorismo (aunque sigo con la recopilación de
más información y el “análisis” de la misma.)
Consecuencia…
con tal de “sacar algún provecho” a la reflexión, hasta hoy llevada a cabo… me pareció
que, lo mínimo, era proponer mi propia definición del término o concepto de “Terrorismo”.
Lo
cual paso a hacer del conocimiento de los escasísimos (creo que se pueden
contar con los dedos de una mano) lectores de este blog.
En
primera instancia, el acto terrorista es un acto impredecible, de naturaleza esencialmente
simbólica. Las víctimas, al igual que el espacio del atentado, son parte de la “esencia
simbólica” del acto, l@s que nutren al carácter simbólico de “consistencia y
veracidad.”
Acto
consistiendo en la utilización de una “técnica” destructiva de la mayor
envergadura posible (por el impacto del número de víctimas, la “cualidad” de
estas y la amplitud de su difusión) atentando contra el bien supremo de la vida
del mayor número posible de individuos con el objetivo de provocar en el seno
de una comunidad dada un efecto sicológico de miedo y ansiedad, temor y
angustia, ligado a un sentimiento de indefensión y perdida, permitiendo la
instauración de un clima propicio a la aceptación de una perdida considerada
comparativamente como menor, posibilitando así el ejercicio de un poder a
través del control de las mentes (en tanto que aprovechable disponibilidad para
inocular e imbuir) para un determinado fin.
En
segunda instancia, sin perder su esencia simbólica y siendo su blanco la mente
de quienes lo presencian (no el cuerpo de quienes lo padecen), el acto
terrorista, casi siempre deliberadamente (mas no invariablemente), es portador
de un “fin político” y tiene un “destinatario político” (generalmente quienes ejercen
su Poder sobre una población sumisa, espectadora y victima), comúnmente
previamente definidos (pero también fortuitos e imprevistos, en tanto que
secuela del acto), siendo en este caso portador de una finalidad consistiendo
en propiciar que los detentores del susodicho Poder tomen acciones reactivas (racionales
y/o emocionales, tangibles y/o simbólicas, de cortos o largos alcance y plazo) que
por su naturaleza y consecuencias, favorezcan los propósitos del actor
terrorista.
Así
definido el “acto terrorista” (en tanto que fin en sí mismo o medio para
alcanzar un fin) resulta bastante obvio que EL terrorismo puede ser llevado a
cabo por actores muy diversos y practicado con propósitos sumamente dispares.
Actores
y propósitos que pueden ser tanto los que el “Poder Instituido” define como
terroristas, como este mismo Poder (entonces comúnmente definido como
“terrorismo de Estado”), o cualquier otro “colectivo” (sea este formal o no), o
cualquier individuo, en cuyo caso el acto terrorista, si bien no se reduce a un
acto narcisista, si participa de la imperativa búsqueda de una “afirmación
existencial”. “Afirmación existencial” que adquiere una máxima relevancia
cuando el o los terroristas se inmola o inmolan en el momento mismo del acto o
inmediatamente después de este (cuando su suicidio forma parte del acto
terrorista.)
Sea
quien sea el actor material (quien lleva a cabo el acto) o intelectual (quien
encomienda la realización del acto) del acto terrorista… sea cual sea la
motivación de este (explícitamente o no política, u otra)… en última instancia,
al ser en sí mismo (por su propia naturaleza) propagador del terror (en el
momento mismo del acto) y del miedo (afectación emocional de más largo plazo y
alcance) el acto terrorista sirve los intereses del sistema de dominación (sea
cual sea la naturaleza y modalidad de este) al facilitar el control, favorecer
la sumisión… tanto por la afectación emocional sobre la colectividad escogida
como blanco del ataque (no las víctimas, sino el conjunto de la población que
se siente directa o indirectamente agredida y se hunde en la zozobra) como por la
naturaleza y el contenido de las “respuestas políticas” (en caliente y/o
fríamente calculadas) que implementa el “poder instituido” en replica al acto
terrorista.
A
continuación, unas cuantas fotos, en mi opinión, relacionadas con el terrorismo…
repartidas o distribuidas en cuatro “secuencias”: Las motivaciones del acto
(sea cual sea el ente terrorista: individuo, organización, Estado, etcétera),
el acto en sus diversas modalidades, las respuestas al acto (del destinatario
del ataque o quien se aprovecha del mismo) y las consecuencias (tanto del acto
en si como de las respuestas al mismo)
Al
ver estas cuatro “secuencias” resulta particularmente perceptible (evidente
incluso) la muy notoria imbricación que existe entre ellas. Motivaciones,
respuestas y consecuencias, no solo interactúan entre ellas, sino que pueden
llegar a sustituirse unas a otras… las
consecuencias pudiendo ser también motivaciones… las respuestas considerarse como
“logros” alcanzados en función de las motivaciones… y así sucesivamente. Lo
cual revela la complejidad que supone contestar la doble pregunta ¿Por qué EL
terrorismo? ¿Por qué ESTE terrorismo?
Aquí,
la primera secuencia, bajo el intitulado de EL ACTO:
Aquí la
segunda secuencia, bajo el intitulado de MOTIVACIONES:
Aquí la
tercera secuencia bajo el intitulado de RESPUESTAS:
Aquí la
cuarta secuencia bajo el intitulado de CONSECUENCIAS:
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