Por haber desobedecido el mandamiento de Dios al morder el fruto prohibido del conocimiento, Adán y Eva fueron echados del paraíso (en el cual el trabajo era desconocido) y condenados por su creador a un doble y terrible castigo: advenían a la humanidad al perder su inmortalidad (al saberse mortales) y como tal se les condenaba a ganarse el pan al sudor de su frente.
Extraña, pero ilustrativa, tradición occidental judeocristiana que hace de la necesidad del trabajo el fundamento de la humanidad.
Dejemos el mito…
Por la realidad…
Al principio de la humanidad, los primeros homínidos subsistían recolectando y cazando… eran una criatura mas de la naturaleza… quizás sin saber todavía que eran hombres.
Hace un poco menos de dos millones de años, el “homo habilis” fabrico las primeras herramientas para su supervivencia… hombre por su obra... la pertenencia a la horda, el clan o la tribu, sin los cuales estaba condenado a extinguirse, participaba de su sentido de integración al orden natural y cósmico.
En los tiempos antiguos, la fabricación se dividió entre los artesanos creativos (mas artistas unos, mas fabricantes otros) y los esclavos… primer eslabón de la naciente deshumanización.
En el Medievo, la condición de los siervos no estaba muy alejada de la de los esclavos… pero (¿contradictoriamente?) el ser hijos de Dios les proporcionaba su humanidad. En cuanto a los artesanos, estos ejercían un pleno control tanto sobre la fabricación como la comercialización de sus productos, mediante lo cual vivían su humanidad al participar de su expresión terrenal en el seno de su comunidad.
A la par del Renacimiento surge el capitalismo y llegada la industrialización hace su aparición el trabajador, el obrero… como sus antepasados, tenía que ganarse el pan con el sudor de su frente, era explotado, era oprimido… pero seguía siendo un hombre… solo o hermanado luchaba para seguir siéndolo.
Con el advenimiento del “management” fue un material, un recurso, un capital (nótese la evolución, la “progresión” dirían algunos)… pero, en parte, seguía siendo considerado humano... aunque su humanidad no fuese "esencial" sino simple calificativo.
Hoy ya no es más que… un costo.
Habiendo rebasado la cosificación (*) y encontrándose a un paso de vencer en su guerra contra lo humano, la racionalidad económica capitalista (hija de la racionalidad instrumental)… ha empezado a andar el camino de la desmaterialización.
(*) Hace mucho tiempo que el Homo consumeris ha sustituido al Homo faber. Lo humano ha sido evacuado del trabajo para permanecer solo en el consumo… pero unicamente como soporte mercado tecnológico, es decir como mercancía e imagen.