¡Se acabo! Los trabajadores de todas las refinerías francesas en huelga y/o bloqueadas votaron el regreso al trabajo, los estudiantes y alumnos de los colegios salieron de vacaciones (para disfrutar del acostumbrado receso de principios de noviembre), las últimas manifestaciones fueron menos concurridas, la ley modificando el régimen de las pensiones de retiro fue aprobada por las dos cámaras del parlamento.
Una vez mas los trabajadores tuvieron que plegarse a los designios, no de sus supuestos representantes, sino de los representantes de le élite político económica cuyos intereses y privilegios tienen el encargo de proteger y (de ser posible) ampliar.
Una vez mas, después del entusiasmo de una lucha “que prometía”… la pesadumbre de la derrota, la amargura y la rabia de la impotencia.
Normalmente no soy particularmente nacionalista ni patriota, al igual que mi padre, mas bien me considero ciudadano del mundo (aunque “ciudadano” no sea mas que un eufemismo para ocultar la realidad de la dominación y la explotación)… sin embargo y contradictoriamente, en estos días no pude dejar de sentirme orgulloso de ser francés (por haber nacido en Francia y ser “culturalmente” francés, aunque español de sangre) cuando vi la respuesta de los trabajadores y estudiantes franceses a la pretensión de Sarkozy de modificar el régimen de las jubilaciones en Francia, particularmente en lo que tiene que ver con pasar de 60 a 62 años la edad del retiro.
Desde siempre, y especialmente en el famoso Mayo del 68 (del que tuve la suerte de ser participe), los trabajadores y estudiantes franceses han estado a la vanguardia de las reivindicaciones que tienen que ver con la CALIDAD DE LA VIDA o la defensa de esta.
En mis dos primeras experiencias laborales en Francia (hace ya alrededor de 40 años) me resulto mas que evidente que los trabajadores “pensaban” sus vidas en función de dos situaciones: sus vacaciones y su retiro… es decir los dos momentos de sus vidas en las que el trabajo no era parte de esta.
Por esto también el Mayo del 68 francés, en su esencia y su praxis, fue mas una revuelta existencial que un movimiento de reivindicaciones socioeconómicas. No en balde los principales eslóganes eran “changeons la vie” (cambiemos la vida), “l’imagination au pouvoir” (la imaginación al poder), “demandons l’impossible” (pidamos lo imposible), etcétera. Por esto también, después de tres semanas de manifestaciones y una huelga general, las organizaciones comunistas estalinistas de entonces, el PCF (partido comunista francés) y la CGT (principal sindicato francés ligado al partido comunista) viendo que la revuelta tenía un marcado matiz libertario traicionaron el movimiento y entraron en connivencia con el gobierno para desbaratarlo mediante los “acuerdos de Grenelle”.
En el ultimo numero de la revista francesa “Le Nouvel Observateur” (en un principio uno de los portavoces de lo que se llamo la “segunda izquierda”, pero hoy en día de una izquierda que ha aceptado el mercado como sistema económico) se podía leer: “para salvar a sus pensiones los franceses están dispuestos a aceptar sacrificios financieros, mas no así a sacrificar su tiempo libre… Con el alargamiento del tiempo de vida disfrutando de buena salud… por fin van a poder vivir como se les antoja, para ellos mismos… cultivar su jardín, arreglar su casa, vivir al sol, viajar… es una evidencia que ciega, las horas felices empiezan a la salida del trabajo, los días felices el viernes o antes, las semanas y meses felices al empezar las vacaciones… lo que es cierto para el día, la semana, los meses, el año, lo es para las edades de la vida… la jubilación no es un retiro, es un rito inaugural, el principio de algo… por esto el partido mas grande de Francia, el que trasciende las clases y todas las ideologías, es el partido del tiempo libre. La vida empieza a los 60 años… atrasar dos años este renacer es vivido por los franceses como una verdadera agresión existencial contra la idea que se hacen de la felicidad… ¿Arcaísmo o anticipación? No lo sé pero en ninguna otra parte como en Francia esta revolución camina en los espíritus y había empezado a materializarse en las leyes. Para la civilización industrial y capitalista, es una derrota sin precedente”.
Una visión y apreciación, que me parecen certeras… lástima que una vez mas esta pretendida derrota del sistema se quedo por enésima vez en los espíritus… no pudo materializarse en los hechos.
En su ofensiva emprendida desde los años ochenta contra el Estado del bienestar, el “neocapitalismo” y sus esbirros no han parado de recortar, palmo a palmo, los derechos sociales de los trabajadores. Derechos que si bien tienen que ver con la solidaridad como cimiento y “amalgama” de las relaciones sociales contra el individualismo a ultranza, la cultura de la conquista, la competencia y la competitividad como valores supremos, cuestionan en su esencia misma el trabajo en tanto que la actividad económica y social en la cual se expresan y materializan las relaciones de explotación y dominación (de hecho el binomio dominación/sumisión) propias del imperante sistema capitalismo.
Las manifestaciones y los paros en contra del incremento en dos años del tiempo de trabajo, fue un movimiento, mayoritariamente apoyado por los franceses (mas del 70% según todos los sondeos de opinión) porque se inscribía en la antigua tradición del cuestionamiento del trabajo, que viene siendo un cuestionamiento del sentido de la vida.
Tal como lo expresa el sociólogo francés Philippe Godard, “lejos de ser superior a las demás actividades humanas, el trabajo es la mas vil, ya que por el lugar que ocupa en la vida y las relaciones sociales, impide la creación e invención de otras relaciones. Si privar al hombre de su trabajo equivale a privarlo de su cerebro y sus manos, hacer de este un zombi dado que no sabe hacer otra cosa que trabajar o recomponer sus fuerzas para empezar un nuevo ciclo de trabajo, entonces tenemos que constatar que nuestra evolución ha reducido el hombre a un ser cuyos cerebro y manos solo sirven un fin: trabajar”.
Otro aspecto que me resulto particularmente gratificante (y porque no decirlo hasta excitante) de estas protestas, fue ver que por primera vez desde 1968, se dieron varias tentativas de llevar a la práctica (aunque solo sea en su primera modalidad, con los bloqueos de las refinerías) la consigna de los “autónomos libertarios” de hoy (heredada de la tradición anarquista de ayer) de “¡Bloqueo, sabotaje, huelga salvaje, ocupación, destrucción, retención… luchemos armados con toda la fuerza de nuestra rabia!”
“Rabia”, palabra que a mi parecer expresa con la mejor pertinencia el sentimiento que (quizás de impotencia, pero portador de una mayor radicalidad) embarga a la juventud de hoy que poco a poco, en la experiencia misma de su vida, hace la conjunción entre la pauperización de sus condiciones materiales de vida y el binomio dominación/sumisión que las sustentan.
Hace unos cuantos días, vi en el periódico español “Publico” un artículo sobre un colectivo estudiante de la facultad de ciencias políticas de la universidad de Madrid, con una foto de unos estudiantes de dicho colectivo frente a una manta que rezaba: “DEFENDER LA ALEGRIA… ORGANIZAR LA RABIA”… sin duda el mejor de los programas de resistencia contra este mundo que te lleva a pelearte con tus semejantes para ganarles el puesto de trabajo que te permitirá conseguir (por un rato) el mínimo necesario para tu diaria subsistencia a cambio de perecer de hastió.
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