Nunca creí en el cuento del “Buen Obama”, el caballero de la reluciente armadura, que abandonando el camino de las peores fechorías de su predecesor, tendría la osadía y el valor de enfrentarse a los poderes facticos, tanto militares como industriales, financieros y mediáticos.
El cierre de Guantánamo, su nueva política de salud, el fin de las criminales aventuras guerreras, el Medio Oriente, el combate por una mayor regulación del capital financiero… todo ha quedado en buenas intenciones y brillantes discursos (no tengo la menor duda de que su discurso en ocasión de la recepción del Premio Nobel de la Paz será una obra maestra… de retorica humanista, moralista… y hueca). Sin olvidar su apoyo (esperemos que pasivo) al golpe de estado en Honduras.
Lo cual confirma una vez mas que… quien detenta el verdadero poder es la Santa Trinidad conformada por el poder militar, el poder económico y el poder mediático… y que los políticos profesionales de cualquier nivel (desde los presidentes municipales hasta los detentores del poder ejecutivo, presidentes, primeros ministros y otros, pasando por los legisladores y los integrantes del aparato judicial) y cualquier latitud (desde los mas pequeños feudos locales hasta las naciones mas poderosas del orbe) no son mas que los encargados de procurar que estos puedan ejercer su poder en las mejores condiciones posibles de gobernabilidad… que no es mas que el “arte” de ejercer la dirección, la administración y el control de las relaciones de dominación que se dan en toda comunidad humana… obviamente para beneficio de quienes ejercen la dicha dominación.
Algo lograra… tampoco los dueños del poder son tan “tontos” e ineptos para no darse cuenta de que de vez en cuando es de su propio interés transigir y contemporizar, aflojar un poco la cuerda que sofoca… ¿que sería de su poder si ya no tuvieran sobre quien ejercerlo?... pero hasta ciertos límites… ¡y mas le vale al señor Obama saber cuáles son estos límites!
Sabiduría con la cual hasta ahora ha contado.
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