¡Hermosa fotografía!
¿Qué vemos?
La clausura de lo que los medios describen como “la mas alta tribuna política” del país.
¡Un secuestro!... ¡un atentado!... ¡Dios, que horror!... ¡un sacrilegio!... persignémonos… el mismo Satanás, disfrazado de “Peje”, ha osado mancillar de su odio por las instituciones (que como siempre nos dieron los padres de la Patria) la impoluta tribuna desde la cual los representantes del Pueblo (¡nuestros representantes!) cumplen, con republicana abnegación (lastima que en tiempos normales los mismos fariseos se pasen el tiempo despotricando a toda hora contra estos mismos representantes de la voluntad popular), con su sagrada misión de expedir las leyes que nos gobiernan.
Un artero atentado de unos cuantos “violentos” (a las ordenes de un emulo de algunos de los mas emblemáticos carniceros y dictadores de la historia mundial) contra lo que permite y garantiza la convivencia pacifica de los mexicanos. Desde 2006 el linchamiento mediático (que se esconde casi siempre el anonimato) es el deporte favorito de la derecha mexicana heredera del sinarquismo.
Me permito abrir un breve paréntesis, ¿por qué será que en compañía de Hitler, Musolini y Pinochet se les ocurre mencionar a Huerta (que pobrecito se queda muy chiquito en comparación con los demás mencionados) pero se olvidan de Franco?.
A esta virulenta denigración, quienes acostumbran apoyar a AMLO (todo el mundo sabe que estas iniciales son las de Andrés Manuel López Obrador, también apodado por sus enemigos “peje” o simplemente “el señor López” o a ultimas fechas el “señor peje”) claman alto y fuerte que la pretendida arremetida de de AMLO contra las instituciones es una exageración, una deformación, un embuste, una exageración de la verdadera intención de AMLO, la cual se limita a intentar detener la encubierta privatización de PEMEX.
En lo coyuntural puede que así sea, que solo se busque parar la reforma (que en realidad solo será pospuesta, la magnitud de los intereses en juego es demasiada para que un pretendido debate nacional pueda cancelarla) pero no hay duda de que la “dimensión simbólica” de la clausura de la tribuna si expresa un explicito rechazo de las actuales instituciones, o por lo menos un severo cuestionamiento de las mismas.
¿Por qué no asumir esta dimensión que es real, porque negarla?. Que el Poder aproveche la oportunidad para desacreditar el acto, la persona y el proyecto político, es normal. Serian idiotas de no hacerlo…pendejos de no sacar partido de lo que ellos consideran como un graso error… o se esfuerzan en presentar como tal. Que nuestros poderosos caballeros se enfundan en la armadura de la legalidad, el respeto al estado de derecho y otras falacias por el estilo, para salir en defensa de la ultrajada dama, es su rol… pero que los supuestos partidarios de AMLO se quejen de esta actitud, es sencillamente pueril.
El mismo López Obrador manda las instituciones a la mierda, pero acepta jugar en la cancha de estas con sus reglas… cuando todos sabemos (o deberíamos de saber) que en política quien acepta jugar en la cancha del adversario respetando las reglas del juego diseñadas e impuestas por el, acepta de antemano su derrota. La tan cacareada (o vilipendiada) resistencia civil pacifica es solo un tapa rabo que oculta la anticipada capitulación de quien la promueve. Como quedo mas que demostrado con el famoso “plantón de Reforma”, se trata de una resistencia que inmoviliza la creciente disposición de muchos a la lucha en vez de llevarla (la disposición como tal y no quienes están dispuestos a) a la única acción de resistencia que representa una verdadera amenaza para el poder… la inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.
Después de la elección presidencial del 2006, el señor López Obrador (y con el muchos de quienes depositaron en el su esperanza en que ahorra si, “primero los pobres”) tomo conciencia de que las instituciones y la legalidad no son mas que los instrumentos que permiten a quienes detentan el verdadero poder y lo ejercen a través de sus representantes (que el poder se encarga de presentar como los representantes no solo de quienes supuestamente lo eligieron sino de la abstracción “Pueblo”) hacerse del mismo, ejercerlo, disfrutarlo y asegurar su permanencia en el mismo. Sin embargo, no se atreve a tirar las conclusiones políticas (en el sentido de las acciones a tomar para combatir al poder o por lo menos ofrecerle resistencia) de esta “toma de conciencia.” Acampa en una posición intermedia entre una acción respetuosa de la legalidad (haciendo uso de los instrumentos “permitidos” por esta) y otra que iría mas allá de esta legalidad. Es como si un boxeador tuviese las dos manos atadas al cuerpo y aceptase que le desataran una de estas para pelear con un adversario que pudiese hacer uso de sus dos manos. Esto además de que fuese un peso súper pluma y su contrincante un peso pesado, que el réferi fuera empleado de su adversario y que este no solo tuviese el uso de sus dos manos sino un arma en cada una de ellas. Siguiendo con esta metáfora, lo primero que tendría que hacer (si es que quiere seguir con vida) es bajarse del ring, para no volver a subirse en el, desatarse la otra mano, tratar el también de conseguir armas (aunque sean menos sofisticadas que las de su adversario), acosarlo y golpearlo de improviso antes de retirarse de inmediato y repetir la dosis.
Creamos nuestra existencia y nuestra comunidad… o cuando menos resistamos.
¿Por qué quedarse en la cancha del adversario, porque esta dualidad, recurrir a acciones que a veces se desarrollan en el seno mismo de las instituciones (las utilizan, tratan de aprovecharlas) y a veces en sus orillas… pero eso si siempre respetuosas de la legalidad?. El argumento de mas peso, al que siempre se recurre, es el que dice que adentrarse en el camino de la ilegalidad lleva irremediablemente a la violencia, la perdida de gran parte de los seguidores, exponiéndolos a la represión desatada por la bestia que solo espera este momento (este garrafal error) para aniquilarlos. El otro es el que da por un hecho que una vez subido al tren de la violencia, ya no hay retorno posible y que visto la disparidad de las fuerzas, la derrota es mas que segura. Lo cual es una sola y misma cosa, un solo y mismo resultado, la derrota fruto de la previa aniquilación… no sola política sino física.
Posiblemente, pero no todo es el empleo de una fuerza bruta contra otra de misma naturaleza. Aquí también no se trata de atacar al enemigo empleando sus mismas tácticas, sus mismas armas, en el campo escogido por el o al que nos quiere llevar. Se trata de atacarlo en donde mas le duele, con el máximo de daños (que generalmente no son daños relacionados con la perdida de vidas humanas) en su estructura, en las áreas vitales para su sobrevivencia como entidad encargada de todo lo que posibilita y asegura el optimo funcionamiento de la maquinaria proveedora de las bases materiales y el sustento cultural del conglomerado de individuos que integran un determinado espacio organizado en función de la dominación de unos sobre otros.
Regresando al porque de la “indecisión” de AMLO, lo mas probable es que la razón ultima de esta no radique tanto en el temor a una posible represión con la consiguiente derrota, sino mas bien al hecho definitorio de que la finalidad ultima del movimiento lopezobradorista no es “la implantación de un nuevo orden”, sino ocupar las instituciones que le permitan el ejercicio del poder y a partir de esta ocupación (toma del poder mediante acciones siempre enmarcadas en la legalidad) tratar de implementar sus políticas. Lo cual, sea dicho de paso, resultaría mas que difícil, para no decir imposible, dado que la realidad del poder no se encuentra en las instituciones políticas (que no son mas que una simulación, una engañosa representación) sino en las relaciones de fuerza en el campo social y económico.
La implantación de un nuevo orden no puede ser fruto de la ocupación de unas “instituciones tapa rabo”, (cuya función es precisamente de impedir todo cambio de orden, simulando un supuesto cambio de políticas que asegure la perennidad del orden vigente, el famoso “que todo cambie para que todo permanezca igual”). Cualquier cambio, que pretenda la implantación de un orden cuyas bases y finalidades sean la verdadera democracia (que no es la democracia representativa, sino el gobierno de la polis por el pueblo para el pueblo, dándole al termino pueblo su significado de “agregado” de quienes en el respeto de la autonomía de su humanidad integran la comunidad en la vida de la cual participan) y la solidaridad (entendida esta básicamente como la aplicación del precepto de “a cada quien según sus necesidades”). No puede nacer mas que sobre las ruinas del orden anterior y ser el resultado de la espontaneidad de los actores que van edificando (sin guías ni plan preconcebido por estos mismos) el nuevo orden con el único propósito de edificar una comunidad de hombres en la cual se haya desterrada la gangrena de la dominación. Por esto convendría sustituir el termino “edificando” por el de “creando”, siendo quienes participan de esta gesta los creadores de su propia humanidad, la cual pasa por la creación de la comunidad que sustente (posibilite) dicho proceso de creación… la libre creación de su propia existencia, al tiempo que participa en igualdad de condiciones de la creación de la comunidad en la cual desarrolla su propia existencia. Dándose la creación de la existencia del individuo y la creación de la comunidad en un movimiento simultáneo y simbiótico (en su sentido primero de duradero y recíprocamente provechoso), siendo la primera condición de la creación de la segunda y esta a su vez condición de la creación de la primera.
La adjetivisación critica y casi “natural” (de todo sujeto pensante normalmente constituido) a semejante pretensión será sin duda la de utópica y mesiánica… sin olvidar la mas puramente marxista (de parte de quienes se dicen o consideran marxistas por haber saciado su sed de teorización revolucionaria al abrevadero de las organizaciones marxistas leninistas) de la “falta de condiciones objetivas” o cualquier irresponsable desvarió bajo el influjo de la “enfermedad senil” de un izquierdismo, de la índole que sea.
Quizás podamos darle su parte de crédito a tal adjetivisación (únicamente en cuanto a lo “tardado” de tal creación mas no a su imposibilidad), pero lo que si resulta incomprensible (y por lo tanto imperdonable) es que no se intente, ni de la mas remota manera, oponerse a la vigencia del orden presente… resistir a su dominio sobre la vida… nuestra vida. ¡Si la ausencia de uno en este espacio y tiempo, se puede todavía llamar vida!.
¿Qué vemos?
La clausura de lo que los medios describen como “la mas alta tribuna política” del país.
¡Un secuestro!... ¡un atentado!... ¡Dios, que horror!... ¡un sacrilegio!... persignémonos… el mismo Satanás, disfrazado de “Peje”, ha osado mancillar de su odio por las instituciones (que como siempre nos dieron los padres de la Patria) la impoluta tribuna desde la cual los representantes del Pueblo (¡nuestros representantes!) cumplen, con republicana abnegación (lastima que en tiempos normales los mismos fariseos se pasen el tiempo despotricando a toda hora contra estos mismos representantes de la voluntad popular), con su sagrada misión de expedir las leyes que nos gobiernan.
Un artero atentado de unos cuantos “violentos” (a las ordenes de un emulo de algunos de los mas emblemáticos carniceros y dictadores de la historia mundial) contra lo que permite y garantiza la convivencia pacifica de los mexicanos. Desde 2006 el linchamiento mediático (que se esconde casi siempre el anonimato) es el deporte favorito de la derecha mexicana heredera del sinarquismo.
Me permito abrir un breve paréntesis, ¿por qué será que en compañía de Hitler, Musolini y Pinochet se les ocurre mencionar a Huerta (que pobrecito se queda muy chiquito en comparación con los demás mencionados) pero se olvidan de Franco?.
A esta virulenta denigración, quienes acostumbran apoyar a AMLO (todo el mundo sabe que estas iniciales son las de Andrés Manuel López Obrador, también apodado por sus enemigos “peje” o simplemente “el señor López” o a ultimas fechas el “señor peje”) claman alto y fuerte que la pretendida arremetida de de AMLO contra las instituciones es una exageración, una deformación, un embuste, una exageración de la verdadera intención de AMLO, la cual se limita a intentar detener la encubierta privatización de PEMEX.
En lo coyuntural puede que así sea, que solo se busque parar la reforma (que en realidad solo será pospuesta, la magnitud de los intereses en juego es demasiada para que un pretendido debate nacional pueda cancelarla) pero no hay duda de que la “dimensión simbólica” de la clausura de la tribuna si expresa un explicito rechazo de las actuales instituciones, o por lo menos un severo cuestionamiento de las mismas.
¿Por qué no asumir esta dimensión que es real, porque negarla?. Que el Poder aproveche la oportunidad para desacreditar el acto, la persona y el proyecto político, es normal. Serian idiotas de no hacerlo…pendejos de no sacar partido de lo que ellos consideran como un graso error… o se esfuerzan en presentar como tal. Que nuestros poderosos caballeros se enfundan en la armadura de la legalidad, el respeto al estado de derecho y otras falacias por el estilo, para salir en defensa de la ultrajada dama, es su rol… pero que los supuestos partidarios de AMLO se quejen de esta actitud, es sencillamente pueril.
El mismo López Obrador manda las instituciones a la mierda, pero acepta jugar en la cancha de estas con sus reglas… cuando todos sabemos (o deberíamos de saber) que en política quien acepta jugar en la cancha del adversario respetando las reglas del juego diseñadas e impuestas por el, acepta de antemano su derrota. La tan cacareada (o vilipendiada) resistencia civil pacifica es solo un tapa rabo que oculta la anticipada capitulación de quien la promueve. Como quedo mas que demostrado con el famoso “plantón de Reforma”, se trata de una resistencia que inmoviliza la creciente disposición de muchos a la lucha en vez de llevarla (la disposición como tal y no quienes están dispuestos a) a la única acción de resistencia que representa una verdadera amenaza para el poder… la inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.
Después de la elección presidencial del 2006, el señor López Obrador (y con el muchos de quienes depositaron en el su esperanza en que ahorra si, “primero los pobres”) tomo conciencia de que las instituciones y la legalidad no son mas que los instrumentos que permiten a quienes detentan el verdadero poder y lo ejercen a través de sus representantes (que el poder se encarga de presentar como los representantes no solo de quienes supuestamente lo eligieron sino de la abstracción “Pueblo”) hacerse del mismo, ejercerlo, disfrutarlo y asegurar su permanencia en el mismo. Sin embargo, no se atreve a tirar las conclusiones políticas (en el sentido de las acciones a tomar para combatir al poder o por lo menos ofrecerle resistencia) de esta “toma de conciencia.” Acampa en una posición intermedia entre una acción respetuosa de la legalidad (haciendo uso de los instrumentos “permitidos” por esta) y otra que iría mas allá de esta legalidad. Es como si un boxeador tuviese las dos manos atadas al cuerpo y aceptase que le desataran una de estas para pelear con un adversario que pudiese hacer uso de sus dos manos. Esto además de que fuese un peso súper pluma y su contrincante un peso pesado, que el réferi fuera empleado de su adversario y que este no solo tuviese el uso de sus dos manos sino un arma en cada una de ellas. Siguiendo con esta metáfora, lo primero que tendría que hacer (si es que quiere seguir con vida) es bajarse del ring, para no volver a subirse en el, desatarse la otra mano, tratar el también de conseguir armas (aunque sean menos sofisticadas que las de su adversario), acosarlo y golpearlo de improviso antes de retirarse de inmediato y repetir la dosis.
Creamos nuestra existencia y nuestra comunidad… o cuando menos resistamos.
¿Por qué quedarse en la cancha del adversario, porque esta dualidad, recurrir a acciones que a veces se desarrollan en el seno mismo de las instituciones (las utilizan, tratan de aprovecharlas) y a veces en sus orillas… pero eso si siempre respetuosas de la legalidad?. El argumento de mas peso, al que siempre se recurre, es el que dice que adentrarse en el camino de la ilegalidad lleva irremediablemente a la violencia, la perdida de gran parte de los seguidores, exponiéndolos a la represión desatada por la bestia que solo espera este momento (este garrafal error) para aniquilarlos. El otro es el que da por un hecho que una vez subido al tren de la violencia, ya no hay retorno posible y que visto la disparidad de las fuerzas, la derrota es mas que segura. Lo cual es una sola y misma cosa, un solo y mismo resultado, la derrota fruto de la previa aniquilación… no sola política sino física.
Posiblemente, pero no todo es el empleo de una fuerza bruta contra otra de misma naturaleza. Aquí también no se trata de atacar al enemigo empleando sus mismas tácticas, sus mismas armas, en el campo escogido por el o al que nos quiere llevar. Se trata de atacarlo en donde mas le duele, con el máximo de daños (que generalmente no son daños relacionados con la perdida de vidas humanas) en su estructura, en las áreas vitales para su sobrevivencia como entidad encargada de todo lo que posibilita y asegura el optimo funcionamiento de la maquinaria proveedora de las bases materiales y el sustento cultural del conglomerado de individuos que integran un determinado espacio organizado en función de la dominación de unos sobre otros.
Regresando al porque de la “indecisión” de AMLO, lo mas probable es que la razón ultima de esta no radique tanto en el temor a una posible represión con la consiguiente derrota, sino mas bien al hecho definitorio de que la finalidad ultima del movimiento lopezobradorista no es “la implantación de un nuevo orden”, sino ocupar las instituciones que le permitan el ejercicio del poder y a partir de esta ocupación (toma del poder mediante acciones siempre enmarcadas en la legalidad) tratar de implementar sus políticas. Lo cual, sea dicho de paso, resultaría mas que difícil, para no decir imposible, dado que la realidad del poder no se encuentra en las instituciones políticas (que no son mas que una simulación, una engañosa representación) sino en las relaciones de fuerza en el campo social y económico.
La implantación de un nuevo orden no puede ser fruto de la ocupación de unas “instituciones tapa rabo”, (cuya función es precisamente de impedir todo cambio de orden, simulando un supuesto cambio de políticas que asegure la perennidad del orden vigente, el famoso “que todo cambie para que todo permanezca igual”). Cualquier cambio, que pretenda la implantación de un orden cuyas bases y finalidades sean la verdadera democracia (que no es la democracia representativa, sino el gobierno de la polis por el pueblo para el pueblo, dándole al termino pueblo su significado de “agregado” de quienes en el respeto de la autonomía de su humanidad integran la comunidad en la vida de la cual participan) y la solidaridad (entendida esta básicamente como la aplicación del precepto de “a cada quien según sus necesidades”). No puede nacer mas que sobre las ruinas del orden anterior y ser el resultado de la espontaneidad de los actores que van edificando (sin guías ni plan preconcebido por estos mismos) el nuevo orden con el único propósito de edificar una comunidad de hombres en la cual se haya desterrada la gangrena de la dominación. Por esto convendría sustituir el termino “edificando” por el de “creando”, siendo quienes participan de esta gesta los creadores de su propia humanidad, la cual pasa por la creación de la comunidad que sustente (posibilite) dicho proceso de creación… la libre creación de su propia existencia, al tiempo que participa en igualdad de condiciones de la creación de la comunidad en la cual desarrolla su propia existencia. Dándose la creación de la existencia del individuo y la creación de la comunidad en un movimiento simultáneo y simbiótico (en su sentido primero de duradero y recíprocamente provechoso), siendo la primera condición de la creación de la segunda y esta a su vez condición de la creación de la primera.
La adjetivisación critica y casi “natural” (de todo sujeto pensante normalmente constituido) a semejante pretensión será sin duda la de utópica y mesiánica… sin olvidar la mas puramente marxista (de parte de quienes se dicen o consideran marxistas por haber saciado su sed de teorización revolucionaria al abrevadero de las organizaciones marxistas leninistas) de la “falta de condiciones objetivas” o cualquier irresponsable desvarió bajo el influjo de la “enfermedad senil” de un izquierdismo, de la índole que sea.
Quizás podamos darle su parte de crédito a tal adjetivisación (únicamente en cuanto a lo “tardado” de tal creación mas no a su imposibilidad), pero lo que si resulta incomprensible (y por lo tanto imperdonable) es que no se intente, ni de la mas remota manera, oponerse a la vigencia del orden presente… resistir a su dominio sobre la vida… nuestra vida. ¡Si la ausencia de uno en este espacio y tiempo, se puede todavía llamar vida!.
Inmovilicemos su imperiosa necesidad de movilidad.
Frente a un aparato mediático totalmente controlado por quienes detentan el poder, y la firme disposición de los poderes fácticos y quienes los representan en las instituciones de recurrir al empleo de la violencia del Estado (sin la mas mínima consideración humanitaria y, al contrario, con todo el peso de la Ley) la resistencia civil pacifica no tiene la mas mínima posibilidad de presentar una efectiva resistencia a los embates de quienes no están dispuestos a ver disminuido el ejercicio de SU poder cuando son SUS intereses los que se encuentran juego. Cuando así les convenga, podrán aparentar dar marcha atrás (como hoy con la mas que calculada concesión al desarrollo de un debate sobre “el rescate de PEMEX”, cuando la decisión ya esta tomado y los contratos firmados) pero será solo en función de consideraciones de orden táctico, sin ceder en lo esencial y con la intención de dar un paso atrás… para tomar mejor impulso y llegar unos cuantos centímetros mas allá de la meta inicial.
Antes de proseguir, llego el momento de una importante aclaración previa.
Como lo exprese en el transcurso de este texto y anuncie desde el titulo mismo de la entrada, lo que se rechaza, por inoperante, es lo que se viene llamando como “Resistencia civil pacifica”, sugiriendo sustituirlo por el de “Resistencia ciudadana armada”.
Ciudadana y no civil, porque hoy en día la acepción de “civil” refiere a todo lo que no es parte de los órganos de gobierno. Cuando la acepción de “ciudadana” refiere a lo que no somos… y no quieren que seamos… miembros activos de la comunidad a la cual pertenecemos, participando activamente, según nuestra buena voluntad y haciendo uso de nuestra libertad, en la toma de las decisiones que involucran nuestra propia existencia y la de la comunidad como tal.
Armada y no pacifica, porque aunque rechacemos el empleo del terrorismo como arma política (terrorismo significando la muerte deliberada inflingida a seres humanos que no tienen mas responsabilidad política que la de su pasividad, la cual es parte de su libertad y no puede tener otra sanción que no sea su propia vergüenza al disfrutar de los bienes y servicios de la comunidad sin haber participado en su creación y/o la toma de decisión que la precedió) sabemos que una resistencia efectiva requiere del empleo de artefactos que las autoridades consideran como armas… y lo son… como explosivos, armas de autodefensa (de fuego o blancas)… pero también todo los objetos (materiales o no como por ejemplo los virus informáticos) que puedan servir a combatir el enemigo, pegándole, con la mayor efectividad posible, donde mas le duele.
La inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.
Hoy, la base del nuevo orden económico (de la totalidad el “orden” como tal) es la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, personas y mercancías en general, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.).
Base (tanto operativa como “valorativa” en el sentido de creadora de valor de cambio… y no de uso) que a su vez descansa en gran medida sobre el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión. Al carecer de energía este “orden” carecerá de la movilidad y velocidad que requiere para mantenerse como tal… como orden.
Movilidad, velocidad y gasto energético que al ser las fuerzas motrices que aseguran el óptimo desempeño de este orden, al tiempo que constituyen su esencia misma, son también su principal talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera mas apropiada su nombre).
Se trata de estorbar, obstaculizar, frenar, bloquear, congelar, detener, inmovilizar, paralizar el movimiento y las comunicaciones, como tales, en tanto que tales… y en forma particular la producción y transporte de la energía.
Desde la simple acción individual, hasta acciones masivas y concertadas de organizaciones sociales y/o políticas, pasando por la de pequeñas células clandestinas y autónomas (cuyo principio es el de tomar el mínimo de riesgos, para provocar en un mínimo de tiempo, el máximo daño posible… sin lideres mediáticos, manifiestos o reivindicaciones). Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales se dan los movimientos y tienen lugar las comunicaciones (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.)
Insistiendo en la acción (individual o concertada) sobre el lugar de trabajo. Desde el mas simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de paros y huelgas, pasando claro esta por la joya de 21 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades). Quizás sea la mas arriesgada de todas dado que puede ser la mas visible, la acción cuya autoría es la mas evidente (aunque tratándose de una acción bien pensada y armada, resulta bastante difícil dar con la “autoría intelectual” de la misma, siempre y cuando el previo trabajo de inteligencia consistiendo en detectar los infiltrados e informadores haya sido bien llevado a cabo) pero tiene también la gran virtud de ser la que involucra de forma directa la principal victima de este orden: el trabajador (no solo en el sentido habitual del obrero manual que labora en una fabrica, sino todo aquel que se ve en la obligación de vender su fuerza o capacidad de trabajo con la única finalidad de asegurar su supervivencia física y la de quienes dependen económicamente de el o del núcleo familiar).
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde pueden oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.
Tercera, porque es en estas acciones de resistencia en el lugar de trabajo mismo que se “desarrolla” la toma de conciencia de que los propietarios de los medios de producción (empresarios privados o el Estado) son prescindibles, que los trabajadores son perfectamente capaces de implementar la autogestión de sus centros de trabajo coordinándolos entre ellos, produciendo y distribuyendo sus productos ya no en función de una lógica de mercado o los dictados de alguna burocracia, sino de unas necesidades sociales definidas por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Repórtense a las exitosas experiencias libertarias de los años 36 y 37 en plena guerra civil española, la toda primera etapa de los soviet en los primeros días de la revolución soviética, las experiencias de los “consejos obreros” de principios del siglo XX en Alemania e Italia. Todos exitosos a pesar de las adversas condiciones… y por lo tanto, todos reprimidos a sangre y fuego por quienes defendían la perennidad del Mercado o los intereses de las burocracias pretendidamente comunistas.
Frente a un aparato mediático totalmente controlado por quienes detentan el poder, y la firme disposición de los poderes fácticos y quienes los representan en las instituciones de recurrir al empleo de la violencia del Estado (sin la mas mínima consideración humanitaria y, al contrario, con todo el peso de la Ley) la resistencia civil pacifica no tiene la mas mínima posibilidad de presentar una efectiva resistencia a los embates de quienes no están dispuestos a ver disminuido el ejercicio de SU poder cuando son SUS intereses los que se encuentran juego. Cuando así les convenga, podrán aparentar dar marcha atrás (como hoy con la mas que calculada concesión al desarrollo de un debate sobre “el rescate de PEMEX”, cuando la decisión ya esta tomado y los contratos firmados) pero será solo en función de consideraciones de orden táctico, sin ceder en lo esencial y con la intención de dar un paso atrás… para tomar mejor impulso y llegar unos cuantos centímetros mas allá de la meta inicial.
Antes de proseguir, llego el momento de una importante aclaración previa.
Como lo exprese en el transcurso de este texto y anuncie desde el titulo mismo de la entrada, lo que se rechaza, por inoperante, es lo que se viene llamando como “Resistencia civil pacifica”, sugiriendo sustituirlo por el de “Resistencia ciudadana armada”.
Ciudadana y no civil, porque hoy en día la acepción de “civil” refiere a todo lo que no es parte de los órganos de gobierno. Cuando la acepción de “ciudadana” refiere a lo que no somos… y no quieren que seamos… miembros activos de la comunidad a la cual pertenecemos, participando activamente, según nuestra buena voluntad y haciendo uso de nuestra libertad, en la toma de las decisiones que involucran nuestra propia existencia y la de la comunidad como tal.
Armada y no pacifica, porque aunque rechacemos el empleo del terrorismo como arma política (terrorismo significando la muerte deliberada inflingida a seres humanos que no tienen mas responsabilidad política que la de su pasividad, la cual es parte de su libertad y no puede tener otra sanción que no sea su propia vergüenza al disfrutar de los bienes y servicios de la comunidad sin haber participado en su creación y/o la toma de decisión que la precedió) sabemos que una resistencia efectiva requiere del empleo de artefactos que las autoridades consideran como armas… y lo son… como explosivos, armas de autodefensa (de fuego o blancas)… pero también todo los objetos (materiales o no como por ejemplo los virus informáticos) que puedan servir a combatir el enemigo, pegándole, con la mayor efectividad posible, donde mas le duele.
La inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.
Hoy, la base del nuevo orden económico (de la totalidad el “orden” como tal) es la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, personas y mercancías en general, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.).
Base (tanto operativa como “valorativa” en el sentido de creadora de valor de cambio… y no de uso) que a su vez descansa en gran medida sobre el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión. Al carecer de energía este “orden” carecerá de la movilidad y velocidad que requiere para mantenerse como tal… como orden.
Movilidad, velocidad y gasto energético que al ser las fuerzas motrices que aseguran el óptimo desempeño de este orden, al tiempo que constituyen su esencia misma, son también su principal talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera mas apropiada su nombre).
Se trata de estorbar, obstaculizar, frenar, bloquear, congelar, detener, inmovilizar, paralizar el movimiento y las comunicaciones, como tales, en tanto que tales… y en forma particular la producción y transporte de la energía.
Desde la simple acción individual, hasta acciones masivas y concertadas de organizaciones sociales y/o políticas, pasando por la de pequeñas células clandestinas y autónomas (cuyo principio es el de tomar el mínimo de riesgos, para provocar en un mínimo de tiempo, el máximo daño posible… sin lideres mediáticos, manifiestos o reivindicaciones). Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales se dan los movimientos y tienen lugar las comunicaciones (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.)
Insistiendo en la acción (individual o concertada) sobre el lugar de trabajo. Desde el mas simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de paros y huelgas, pasando claro esta por la joya de 21 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades). Quizás sea la mas arriesgada de todas dado que puede ser la mas visible, la acción cuya autoría es la mas evidente (aunque tratándose de una acción bien pensada y armada, resulta bastante difícil dar con la “autoría intelectual” de la misma, siempre y cuando el previo trabajo de inteligencia consistiendo en detectar los infiltrados e informadores haya sido bien llevado a cabo) pero tiene también la gran virtud de ser la que involucra de forma directa la principal victima de este orden: el trabajador (no solo en el sentido habitual del obrero manual que labora en una fabrica, sino todo aquel que se ve en la obligación de vender su fuerza o capacidad de trabajo con la única finalidad de asegurar su supervivencia física y la de quienes dependen económicamente de el o del núcleo familiar).
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde pueden oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.
Tercera, porque es en estas acciones de resistencia en el lugar de trabajo mismo que se “desarrolla” la toma de conciencia de que los propietarios de los medios de producción (empresarios privados o el Estado) son prescindibles, que los trabajadores son perfectamente capaces de implementar la autogestión de sus centros de trabajo coordinándolos entre ellos, produciendo y distribuyendo sus productos ya no en función de una lógica de mercado o los dictados de alguna burocracia, sino de unas necesidades sociales definidas por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Repórtense a las exitosas experiencias libertarias de los años 36 y 37 en plena guerra civil española, la toda primera etapa de los soviet en los primeros días de la revolución soviética, las experiencias de los “consejos obreros” de principios del siglo XX en Alemania e Italia. Todos exitosos a pesar de las adversas condiciones… y por lo tanto, todos reprimidos a sangre y fuego por quienes defendían la perennidad del Mercado o los intereses de las burocracias pretendidamente comunistas.
De locura y vampiro.
Las buenas almas (¿en perdición?) que se pasean (quizás por la Alameda) dirán que alguien que acepta hacer el ridículo escribiendo semejantes sandeces es sin lugar a dudas en “resentido social” (expresión que, al estarse poniendo de moda desde hace algún tiempo, es síntoma inequívoco del ensanchamiento de la brecha social y del recrudecimiento de la correspondiente confrontación entre sus beneficiarios y quienes padecen su exclusión)… pero siento mucho informarles a estas buenas almas que se equivocan rotundamente… no soy un resentido social, sino algo mucho peor (no se me preocupen, para mi y no para ustedes) un “traidor”. Traidor a mis origines y a mis ideales (dos palabras u conceptos quizás grandilocuentes… pero que, al igual que para todos, son mis raíces… y dicen por ahí que cuando las raíces se secan o pudren, la planta muere.) Una toma de posición de este calibre, una actitud tan esquizofrenica, es sin duda alguna lo que permite que cada mañana pueda verme en el espejo sin vomitar o cortarme las venas (proceder del romántico imaginario del siglo antepasado que hoy en día se sustituye por la mas prosaica toma de la adecuada cantidad de antidepresivos o cualquier tipo de píldoras para dormir el sueño eterno).
En cuanto a quienes sustituyen prontamente problemáticas de hondas raíces sociales por la sencilla salida de alguna vergonzante enfermedad mental (como lo eran antes las enfermedades venéreas)… y tachan mi actuar de locura, simplemente les digo que confunden la enfermedad con el remedio… y que un error de esta magnitud debería de llevarlos a cuestionar seriamente su propia pertenencia a la humanidad… la verdadera humanidad y no ese remedo de humanidad en que todos nos hemos hoy convertidos.
No hay duda de que la asimilación consentida, la servidumbre voluntaria y la traición a sus origines e ideales son tan o mas poderosas que el empleo de la violencia coercitiva.
No hay duda de que la sobrevivencia de este sistema que niega cotidianamente y destruye a fuego lento la humanidad de quienes sobreviven en el, rebajándolos al simple estatuto de signos y mercancía… debe mucho a peroratas como estas… hasta el día en que en lugar de dedicar su tiempo a esta terapia se desate una inmensa ola de acusadores suicidios… o mucho mejor, de atentados (u cualquier otra acción) que paren en seco este sistema… lo inmovilicen… corten de un tajo las venas por las cuales circulan la savia que lo alimenta y le da vida… y pare la hemorragia de quienes día con día se desangran.
¿Quién, quienes, se atreverán a clavarle la estaca al corazón de este vampiro?
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