por quinta vez
me enamore
De todas ellas
solo Liz y Marina
supieron de mi amor
La primera
de cuyo nombre no me acuerdo
hasta su fisonomía el tiempo borro
A Carolina
por escrito le dije mi amor
sin nunca mandar la carta
Acabo de conocer a Ada
fallecida a los cuarenta y cinco años
cuando yo había cumplido o iba a cumplir doce
Amor a primera vista
amor de hoy y ayer
amor en tiempos virtuales
Seis años mas tarde
quería haber cumplido mis dieciocho
en la Barcelona libertaria del treinta y seis
Parte profundamente íntima de mi ser y ausencia al mundo
esta irremediable carencia
me ha acompañado a lo largo de toda mi vida
Hasta el día de hoy
en que se llena minimamente
al tiempo que se ahonda
Soñando con haber podido
entonces
encontrarme con Ada
Conocí a Ada Marti a través de la "Federación Estudiantil de Conciencias Libres"(*)… Para mí, tres rasgos caracterizaban principalmente la personalidad de Ada.
La pasión intelectual. No se conformaba con una visión inmediata de las cosas, tenia necesidad de profundizar en cualquier tema, aunque a veces ella misma se lamentaba de lo complicadas que eran las cosas. No se cansaba de estudiar y proyectar lo que estudiaba en todos los aspectos posibles. En este sentido, aprendí de ella a no aceptar espontáneamente las apariencias de la realidad, los prejuicios y las rutinas, aprendí a buscarle a todo su sentido mas profundo, aunque a veces cueste mucho y no le guste a los demás.
La generosidad de ánimo, la capacidad de dar y darse. Me basta recordar las horas que empleo conmigo, que ella en definitiva perdió para que yo las ganara y tuviera el privilegio de conocer cosas que sin ella no hubiera alcanzado. Pensaba menos en ella que en los demás, y esto a pesar de que su salud era delicada.
La amplitud de miras intelectual, su apertura cultural. Con Ada Marti aprendí a leer, si, a Bakunin, Kropotkin, Max Stirner, pero también a Dostoievski, Nietzsche, Ortega y Gasset, Thomas Mann, Stefan Zweig, Y recuerdo todo esto para mostrar hasta que punto no había en las ideas ni en la actitud de Ada ni una gota de sectarismo, Sus ideas- que las tenia y defendía con ardor- no la encerraban en si misma, sino todo lo contrario: hacían de ella una mujer abierta a todo lo que la vida le ponía ante los ojos.
Antonio Pérez González
Foto y texto tomados del libro “La Barcelona rebelde. Guía de una ciudad silenciada.”
(*) Fundada en el año 1935 por el cenecista Joan Sans i Sicart. Esta simple denominación (que hoy seria objeto de burla) nos permite “palpar” el retroceso en que nos encontramos mas de ochenta años después.
La pasión intelectual. No se conformaba con una visión inmediata de las cosas, tenia necesidad de profundizar en cualquier tema, aunque a veces ella misma se lamentaba de lo complicadas que eran las cosas. No se cansaba de estudiar y proyectar lo que estudiaba en todos los aspectos posibles. En este sentido, aprendí de ella a no aceptar espontáneamente las apariencias de la realidad, los prejuicios y las rutinas, aprendí a buscarle a todo su sentido mas profundo, aunque a veces cueste mucho y no le guste a los demás.
La generosidad de ánimo, la capacidad de dar y darse. Me basta recordar las horas que empleo conmigo, que ella en definitiva perdió para que yo las ganara y tuviera el privilegio de conocer cosas que sin ella no hubiera alcanzado. Pensaba menos en ella que en los demás, y esto a pesar de que su salud era delicada.
La amplitud de miras intelectual, su apertura cultural. Con Ada Marti aprendí a leer, si, a Bakunin, Kropotkin, Max Stirner, pero también a Dostoievski, Nietzsche, Ortega y Gasset, Thomas Mann, Stefan Zweig, Y recuerdo todo esto para mostrar hasta que punto no había en las ideas ni en la actitud de Ada ni una gota de sectarismo, Sus ideas- que las tenia y defendía con ardor- no la encerraban en si misma, sino todo lo contrario: hacían de ella una mujer abierta a todo lo que la vida le ponía ante los ojos.
Antonio Pérez González
Foto y texto tomados del libro “La Barcelona rebelde. Guía de una ciudad silenciada.”
(*) Fundada en el año 1935 por el cenecista Joan Sans i Sicart. Esta simple denominación (que hoy seria objeto de burla) nos permite “palpar” el retroceso en que nos encontramos mas de ochenta años después.