TREINTA Y TRES VICTIMAS
En la reciente matanza ocurrida en la universidad de Virginia Tech (USA), calificada como la mayor masacre jamás perpetrada en un campus universitario, la totalidad de los principales medios de comunicación de todo el orbe (es un contrasentido llamar medios de comunicación a unos soportes mediáticos cuya principal función en la estructura del poder institucionalizado es precisamente la de impedir toda verdadera comunicación), habla de treinta y dos victimas y un victimario (o asesino).
No es cierto… fueron treinta y tres victimas… todas lo eran antes de morir… treinta y dos no lo sabían y una no soporto mas serlo.
Como siempre en estos casos, a la hora de pretender (obviamente no en la acepción de querer sino de fingir) “comprender” lo sucedido, hay dos palabras “mágicas” (con su carga reduccionista) que siempre explican lo acontecido: armas y locura.
La culpa (que seria de nosotros si ya no pudiésemos asimilar responsabilidad y culpa) de todo, siempre la tienen las armas. No como tales, como instrumentos pensados y hechos para matar, sino por su venta indiscriminada. No cualquier proceso de comercialización, de cualquier arma, para cualquier uso… No… Fabricar, vender y comprar armas sumamente letales (desde minas antipersonales hasta bombas de racimo pasando por aviones, cañones, misiles con o sin cabezas nucleares, etc, etc, etc.) en grandes volúmenes para matar a miles o millones de personas en conflictos (muchas veces creados para beneficio de la industria armamentista y sus múltiples beneficiarios), traficar armas (las ganancias del trafico de armas son mayores a las de las drogas), todo esto es legitimo. La legitimidad que otorga todo proceso de fabricación y comercialización que participe del incremento de las ganancias para beneficio … no de unos cuantos, sino de la humanidad urgida… no de consumirse ardiendo al regocijo de la vida, sino de satisfacer su necesidad de crecimiento… no de las potencialidades del ser humano, sino del "avance económico" que le permitirá disponer del bien mas preciado de todos... no el gozar de la vida, sino el trabajo. No solo es legitimo… ¡es ético!… a poco no es ético obrar para el bien de la humanidad. ¿Cuesta vidas?… desgraciadamente todo tiene un precio… hasta el día de hoy no hemos encontrado la manera de que algún bien (material o no) pueda ser puesto a la disposición del consumidor (ya nada se utiliza, todo se consume) en forma gratuita.
Pero poner a la disposición de cualquiera la posibilidad de comprar una pistolita… he ahí el crimen mayor, lo que hace posible que sucedan estos tan lamentables hechos, origina que se den estas masacres de inocentes.
Alguien ya se compro su pistolita (o pistolota)… ¿pero, y porque este simple proceso de compra/venta tiene en algunas ocasiones que derivar en una matanza?. La respuesta es sencilla, sencillísima… porque el comprador era un loco o enloqueció súbitamente.
¡¡Por favor, os lo rogamos, no permitáis la venta indiscriminada de armas, no ponéis armas en manos de los locos!!
¡Falacia, hipocesía! La responsabilidad de estas matanzas no la tienen ni las armas ni los locos… no… como tampoco la tiene la “sociedad”… y mucho menos quien aprieta el gatillo… la tiene el sistema de dominación y sus estructuras de institucionalización del poder secuestrado… que arrebata a todos los seres humanos su libertad, les impide “desplegar” su humanidad… existir.
¿Será? Hasta suena pretendidamente filosófico. No será la interpretación de algún otro loco que no atreviéndose a franquear el umbral de su propia locura se masturba con palabras y un discurso carente de sentido.
Primero lo más obvio, lo explicito… pero sin embargo secundario.
Que conocemos del “testamento”, que este asesino loco (o loco asesino si prefieren), de nombre Cho Seung Hui, mando a una televisora (seguramente para hacerse de una fama que estará disfrutando desde el mas allá).
Pero empecemos abriendo un paréntesis, que como todo paréntesis participa, en grado importante, del esfuerzo de comprensión. Nos han dicho que esta “confesión” es un archivo “tipo pdf” titulado Axishmiel el cual se compone de 43 fotos, 27 mini videos y un texto de 1800 palabras. Documento del cual conocemos lo que quienes lo tienen en su posesión quieren que conozcamos: unas cuantas fotos, unas cuantas secuencias de video y unas cuantas líneas de un texto que se califica de hermético, delirante, inquietante y otros términos todos parecidos. El pretexto de este ocultamiento es que se trata de un documento “demasiado perturbador”. ¿No se habrán equivocado de calificativo, no será más bien demasiado “revelador”?.
Cerrado este paréntesis, ahora si… ¿Qué dice lo que nos han dado a conocer del texto?
“Gracias a vosotros, muero como Jesucristo, para inspirar a generaciones de seres débiles e indefensos… Habéis tenido cien mil millones de oportunidades y maneras de evitar lo de hoy, pero habéis decidido derramar mi sangre. Me habéis acorralado y no me habéis dejado otra opción. La decisión fue vuestra. Ahorra tenéis sangre en vuestras manos que nunca podréis lavar. ¿Sabéis lo que se siente al quemarse vivo?... ¿Sabéis lo que es ser continuamente humillado y empalado en una cruz?”
“¿Sus Mercedes no les bastaban, rapaces?. ¿Sus collares de oro no eran suficientes, engreídos?. ¿Sus fondos de inversión no les eran suficientes?. ¿Su vodka y su coñac no les bastaban?. ¿Todas sus juergas no les eran satisfactorias?. ¿Nada era suficiente para satisfacer sus necesidades hedonistas?. Lo teniais todo”.
“Hoy no voy a huir. No huiré más… Lo hice, tenia que hacerlo.”
Texto truncado (censurado) pero en efecto revelador. Se trata de alguien que acumulo mucho rencor, mucha rabia, que con el tiempo hizo acopio de mucha ira, mucho odio. Alguien que se sentía acorralado, atrapado, en suma impotente. Alguien que un día no aguanto mas, no soporto mas, no se soporto mas, dijo ¡basta!, decidió dejar de huir. Pero cuya impotencia ya “congénita” (al ser esta parte de su ser mismo, de su “genética mental”, no por herencia sino por infiltración) no le permitía enfrentar su sufrimiento mediante un acto de rebelión que no fuera la ultima huida posible, su propia muerte. Una impotencia que lo llevaba a que su rebelión no pudiese materializarse mas que bajo la forma de un acto justiciero (venganza asimilada a la aplicación de la justicia) contra los culpables de su desgracia. Una justicia que al no poder tocar los inalcanzables responsables tenia que aplicarse contra quienes, como el, eran débiles e indefensos. Culpables, como el, de ser débiles e indefensos, de ser semejantes a el, de ser culpables sin saber que lo eran. Tenia que hacer justicia… la hizo. Victimo por ser victima.
Segundo lo más imperceptible, lo velado… pero sin embargo primordial.
Tratándose de lo primordial, se requiere empezar abordando ciertas cuestiones básicas, que aunque parezcan en principio sin relación con el tema son sin embargo ineludibles. La relación adquiriendo visibilidad y nitidez al final de esta exposición (o por lo menos eso espero).
Todo ser humano es ante todo un ente dotado de un cuerpo y una mente, un cuerpo que lo define como ser y una mente que lo define como humano. Un ser inmerso en un espacio y un tiempo, ambos determinados, que se relaciona con su entorno natural, con objetos y con otros seres como el humanos. Esta relación con sus semejantes se da ya sea en tanto que individuo ya sea en tanto que parte de una comunidad organizada, es decir un “agregado” de individuos que en un espacio/tiempo determinado se dota de las normas, reglas e instituciones que constituyen y estructuran (dan cuerpo y vida propia) a esta colectividad como tal.
El hombre (en tanto que individuo) produce la sociedad colectivamente a la vez que es modelado por ella individualmente. Pero no todos los individuos que integran la colectividad participan por igual en el proceso de creación de esta “sociabilidad”. Hay quienes participan en mucho mayor grado que otros, hay quienes pueden hacerlo y quienes no, quienes quieren hacerlo y quienes no, quienes tienen el “poder” de hacerlo y quienes no. Es entonces que se da (crea, instituye) una relación de dominación. El gobierno de la colectividad (en el sentido amplio de la regulación de las relaciones que se dan en su seno y no el limitado de las instituciones particulares derivadas de la función) es ejercido por una minoría (por lo general muy pequeña, ínfima en relación a la totalidad de quienes integran la comunidad) que excluye a la inmensa mayoría de la efectiva posibilidad de participar de esta función.
Ejercer el poder es ejercer la dominación. Detentar el poder es detentar los medios de la dominación: estructurales (económicos, mediáticos, etc.) pero también simbólicos (los signos, la palabra, etc.) Esta relación de dominación se concreta y formaliza en una infinidad de relaciones de mando/obediencia que se estructuran en una multitud de espacios.
A grandes rasgos, y simplificando al extremo, esta “estructuración” del poder se desdobla (el poder es único y totalitario pero se ejerce en dos planos) en lo que podríamos llamar como el “mega poder” y los “micro poderes”.
El “mega poder” es el que se ejerce a escala de un territorio, sobre el conjunto de una población, mediante la institucionalización de una estructura organizacional encargada de fundar (legitimar), desarrollar y mantener la totalidad de las relaciones dentro de un orden (jurídico) sobre la base de leyes (supuestamente iguales para todos), las cuales se aplican (supuestamente) de igual manera para todos. Estructura conocida hoy en día como “Estado” y que sea cual sea la especificidad de las instituciones políticas que lo conforman (desde la dictadura hasta la democracia representativa) es por naturaleza totalitaria y violenta. Totalitaria, al pretender ser la única instancia de poder regulando la totalidad de las relaciones de la totalidad de los miembros de la colectividad, los cuales carecen de todo poder (entendiendo este como la posibilidad de participar activamente en la creación de las condiciones que constituyen su ser social e individual). Violenta, dado que toda imposición es violencia, ya sea que se trate del empleo de medios coercitivos como las fuerzas policíacas y militares (que actúan directamente sobre los cuerpos), ya sea que se trate del empleo de los medios que aseguran la aceptación pasiva (que actúan también sobre los cuerpos aunque preferentemente sobre las mentes).
Los “micro poderes” son precisamente los que hacen posible esta aceptación pasiva, los que se encargan de obtener la obediencia activa de los dominados.
Se trata de la multiplicidad de relaciones de dominación, puntuales, localizadas, que se expresan en una multitud de “ámbitos” como la familia, la sexualidad, la educación, la economía, el conocimiento, el trabajo, etc., por medio de ciertos individuos, como los parientes, los médicos, los profesores, los capataces, etc., en el seno de ciertos espacios y/o ciertas instituciones, como la escuela, la empresa, la cárcel, el manicomio, el hospital, etc.
Relaciones de dominación (ejercicio del poder) que no actúan directamente sobre la totalidad de los individuos que integran la colectividad en tanto que conjunto, sino sobre los individuos como tales, es decir el cuerpo y la mente de cada uno de ellos.
Relaciones de poder (ejercicio de la dominación) que no se instrumentan a partir del orden jurídico o el sometimiento al imperio de la Ley, sino mediante mecanismos, maniobras, tácticas, técnicas, de orden esencialmente disciplinario. No mediante “prohibiciones legales” sino una estructuración (inducción, control, instrumentalización) y normalización del individuo en tanto que cuerpo y mente. Desde la optima gestión de los gestos y el tiempo (principalmente en el trabajo pero también en el “disfrute” del ocio), hasta la distribución espacial de los entes (segregación pero también hábil y provechosa mezcolanza). Siempre reforzado por el primordial principio de una jerarquización extrema y acompañado de un permanente sistema de control, cada día mas total, complejo y sofisticado. Desde el anticuado “fichaje”, hasta la moderna vigilancia audiovisual (en Londres, hoy en día, ningún “ciudadano”, absolutamente ninguno, puede permanecer mas de un minuto en cualquier calle o lugar publico sin ser monitoreado por alguna cámara de video), pasando por los omnipresentes sondeos y estadísticas (valiosos instrumentos supuestamente respetuosos del anonimato de cada sujeto encuestado pero que adecuadamente elaborados y analizados son mas reveladores que cualquier interrogatorio policiaco acompañado del siempre recomendado uso de la suficiente "fuerza persuasiva".)
En suma se trata de mecanismos de regulación (de ordenamiento) de las condiciones de vida de todos y cada uno de los individuos que conforman la colectividad, de la normalización de su comportamiento.
Normalización que lleva (naturalmente) a la definición de lo normal, al establecimiento de los límites de la normalidad… con todas sus implicaciones. A la hora en que el poder tiene que sancionar no se castiga única y/o principalmente en función de lo que uno ha hecho sino de lo que uno es. El juez ya no solo tiene frente a si un criminal sino un “desviante”, ya no solo le pregunta ¿Qué has hecho?, sino ¿Quién eres?. Respetar la ley es necesario pero no suficiente, también hay que ser normal (respetuoso de la norma y de la normalidad).
Si la libertad es lo que define al ser humano, lo que constituye su humanidad… si la posibilidad de elección entre diferentes comportamientos es lo que hace que se pueda calificar a un ser vivo de humano… entonces no hay la menor duda de que todos somos seres vivos… pero muy pocos humanos. Si el fenómeno de la vida constituye la diferencia entre el “ser” y el “vivir”, nuestra humanidad es lo que constituye la diferencia entre el “vivir” y el “existir”.
Queda cerrado el círculo. Lo velado u opaco se hace nítido, lo imperceptible se vuelve más que evidente. Según consta en los testimonios de algunos compañeros de Cho Seung Hui, este se hacia llamar “QUESTION MARK” (signo de interrogación, en castellano) y en una lista de estudiantes que algún profesor hizo circular entre los alumnos, en lugar de escribir su nombre, Cho Seung Hui puso el signo “?”.
Su percepción (y la percepción es siempre mas “real” que la realidad, mas “verdadera” que la verdad) era que le negaban su ser, mejor dicho, su derecho a existir. Percepción sin duda lucida. Muchos no existimos… algunos pocos lo sabemos… muchos lo ignoran… muchos nos conformamos… algunos no lo soportan… Cho Seung Hui era de estos.
Quienes le negaban su existencia tenían que pagar por ello… les hizo pagar.
¿Eran inocentes?... ¡No!… ¡culpables… de ser inocentes!
Semejantes a el (con la agravante de no saberlo) eran merecedores de su misma suerte.
Sin duda que Cho Seung Hui hubiese aprobado y hecho suyo lo que escribió el pensador (se negaba terminantemente a que se le etiquetara como filósofo) Emile Cioran:
No es cierto… fueron treinta y tres victimas… todas lo eran antes de morir… treinta y dos no lo sabían y una no soporto mas serlo.
Como siempre en estos casos, a la hora de pretender (obviamente no en la acepción de querer sino de fingir) “comprender” lo sucedido, hay dos palabras “mágicas” (con su carga reduccionista) que siempre explican lo acontecido: armas y locura.
La culpa (que seria de nosotros si ya no pudiésemos asimilar responsabilidad y culpa) de todo, siempre la tienen las armas. No como tales, como instrumentos pensados y hechos para matar, sino por su venta indiscriminada. No cualquier proceso de comercialización, de cualquier arma, para cualquier uso… No… Fabricar, vender y comprar armas sumamente letales (desde minas antipersonales hasta bombas de racimo pasando por aviones, cañones, misiles con o sin cabezas nucleares, etc, etc, etc.) en grandes volúmenes para matar a miles o millones de personas en conflictos (muchas veces creados para beneficio de la industria armamentista y sus múltiples beneficiarios), traficar armas (las ganancias del trafico de armas son mayores a las de las drogas), todo esto es legitimo. La legitimidad que otorga todo proceso de fabricación y comercialización que participe del incremento de las ganancias para beneficio … no de unos cuantos, sino de la humanidad urgida… no de consumirse ardiendo al regocijo de la vida, sino de satisfacer su necesidad de crecimiento… no de las potencialidades del ser humano, sino del "avance económico" que le permitirá disponer del bien mas preciado de todos... no el gozar de la vida, sino el trabajo. No solo es legitimo… ¡es ético!… a poco no es ético obrar para el bien de la humanidad. ¿Cuesta vidas?… desgraciadamente todo tiene un precio… hasta el día de hoy no hemos encontrado la manera de que algún bien (material o no) pueda ser puesto a la disposición del consumidor (ya nada se utiliza, todo se consume) en forma gratuita.
Pero poner a la disposición de cualquiera la posibilidad de comprar una pistolita… he ahí el crimen mayor, lo que hace posible que sucedan estos tan lamentables hechos, origina que se den estas masacres de inocentes.
Alguien ya se compro su pistolita (o pistolota)… ¿pero, y porque este simple proceso de compra/venta tiene en algunas ocasiones que derivar en una matanza?. La respuesta es sencilla, sencillísima… porque el comprador era un loco o enloqueció súbitamente.
¡¡Por favor, os lo rogamos, no permitáis la venta indiscriminada de armas, no ponéis armas en manos de los locos!!
¡Falacia, hipocesía! La responsabilidad de estas matanzas no la tienen ni las armas ni los locos… no… como tampoco la tiene la “sociedad”… y mucho menos quien aprieta el gatillo… la tiene el sistema de dominación y sus estructuras de institucionalización del poder secuestrado… que arrebata a todos los seres humanos su libertad, les impide “desplegar” su humanidad… existir.
¿Será? Hasta suena pretendidamente filosófico. No será la interpretación de algún otro loco que no atreviéndose a franquear el umbral de su propia locura se masturba con palabras y un discurso carente de sentido.
Primero lo más obvio, lo explicito… pero sin embargo secundario.
Que conocemos del “testamento”, que este asesino loco (o loco asesino si prefieren), de nombre Cho Seung Hui, mando a una televisora (seguramente para hacerse de una fama que estará disfrutando desde el mas allá).
Pero empecemos abriendo un paréntesis, que como todo paréntesis participa, en grado importante, del esfuerzo de comprensión. Nos han dicho que esta “confesión” es un archivo “tipo pdf” titulado Axishmiel el cual se compone de 43 fotos, 27 mini videos y un texto de 1800 palabras. Documento del cual conocemos lo que quienes lo tienen en su posesión quieren que conozcamos: unas cuantas fotos, unas cuantas secuencias de video y unas cuantas líneas de un texto que se califica de hermético, delirante, inquietante y otros términos todos parecidos. El pretexto de este ocultamiento es que se trata de un documento “demasiado perturbador”. ¿No se habrán equivocado de calificativo, no será más bien demasiado “revelador”?.
Cerrado este paréntesis, ahora si… ¿Qué dice lo que nos han dado a conocer del texto?
“Gracias a vosotros, muero como Jesucristo, para inspirar a generaciones de seres débiles e indefensos… Habéis tenido cien mil millones de oportunidades y maneras de evitar lo de hoy, pero habéis decidido derramar mi sangre. Me habéis acorralado y no me habéis dejado otra opción. La decisión fue vuestra. Ahorra tenéis sangre en vuestras manos que nunca podréis lavar. ¿Sabéis lo que se siente al quemarse vivo?... ¿Sabéis lo que es ser continuamente humillado y empalado en una cruz?”
“¿Sus Mercedes no les bastaban, rapaces?. ¿Sus collares de oro no eran suficientes, engreídos?. ¿Sus fondos de inversión no les eran suficientes?. ¿Su vodka y su coñac no les bastaban?. ¿Todas sus juergas no les eran satisfactorias?. ¿Nada era suficiente para satisfacer sus necesidades hedonistas?. Lo teniais todo”.
“Hoy no voy a huir. No huiré más… Lo hice, tenia que hacerlo.”
Texto truncado (censurado) pero en efecto revelador. Se trata de alguien que acumulo mucho rencor, mucha rabia, que con el tiempo hizo acopio de mucha ira, mucho odio. Alguien que se sentía acorralado, atrapado, en suma impotente. Alguien que un día no aguanto mas, no soporto mas, no se soporto mas, dijo ¡basta!, decidió dejar de huir. Pero cuya impotencia ya “congénita” (al ser esta parte de su ser mismo, de su “genética mental”, no por herencia sino por infiltración) no le permitía enfrentar su sufrimiento mediante un acto de rebelión que no fuera la ultima huida posible, su propia muerte. Una impotencia que lo llevaba a que su rebelión no pudiese materializarse mas que bajo la forma de un acto justiciero (venganza asimilada a la aplicación de la justicia) contra los culpables de su desgracia. Una justicia que al no poder tocar los inalcanzables responsables tenia que aplicarse contra quienes, como el, eran débiles e indefensos. Culpables, como el, de ser débiles e indefensos, de ser semejantes a el, de ser culpables sin saber que lo eran. Tenia que hacer justicia… la hizo. Victimo por ser victima.
Segundo lo más imperceptible, lo velado… pero sin embargo primordial.
Tratándose de lo primordial, se requiere empezar abordando ciertas cuestiones básicas, que aunque parezcan en principio sin relación con el tema son sin embargo ineludibles. La relación adquiriendo visibilidad y nitidez al final de esta exposición (o por lo menos eso espero).
Todo ser humano es ante todo un ente dotado de un cuerpo y una mente, un cuerpo que lo define como ser y una mente que lo define como humano. Un ser inmerso en un espacio y un tiempo, ambos determinados, que se relaciona con su entorno natural, con objetos y con otros seres como el humanos. Esta relación con sus semejantes se da ya sea en tanto que individuo ya sea en tanto que parte de una comunidad organizada, es decir un “agregado” de individuos que en un espacio/tiempo determinado se dota de las normas, reglas e instituciones que constituyen y estructuran (dan cuerpo y vida propia) a esta colectividad como tal.
El hombre (en tanto que individuo) produce la sociedad colectivamente a la vez que es modelado por ella individualmente. Pero no todos los individuos que integran la colectividad participan por igual en el proceso de creación de esta “sociabilidad”. Hay quienes participan en mucho mayor grado que otros, hay quienes pueden hacerlo y quienes no, quienes quieren hacerlo y quienes no, quienes tienen el “poder” de hacerlo y quienes no. Es entonces que se da (crea, instituye) una relación de dominación. El gobierno de la colectividad (en el sentido amplio de la regulación de las relaciones que se dan en su seno y no el limitado de las instituciones particulares derivadas de la función) es ejercido por una minoría (por lo general muy pequeña, ínfima en relación a la totalidad de quienes integran la comunidad) que excluye a la inmensa mayoría de la efectiva posibilidad de participar de esta función.
Ejercer el poder es ejercer la dominación. Detentar el poder es detentar los medios de la dominación: estructurales (económicos, mediáticos, etc.) pero también simbólicos (los signos, la palabra, etc.) Esta relación de dominación se concreta y formaliza en una infinidad de relaciones de mando/obediencia que se estructuran en una multitud de espacios.
A grandes rasgos, y simplificando al extremo, esta “estructuración” del poder se desdobla (el poder es único y totalitario pero se ejerce en dos planos) en lo que podríamos llamar como el “mega poder” y los “micro poderes”.
El “mega poder” es el que se ejerce a escala de un territorio, sobre el conjunto de una población, mediante la institucionalización de una estructura organizacional encargada de fundar (legitimar), desarrollar y mantener la totalidad de las relaciones dentro de un orden (jurídico) sobre la base de leyes (supuestamente iguales para todos), las cuales se aplican (supuestamente) de igual manera para todos. Estructura conocida hoy en día como “Estado” y que sea cual sea la especificidad de las instituciones políticas que lo conforman (desde la dictadura hasta la democracia representativa) es por naturaleza totalitaria y violenta. Totalitaria, al pretender ser la única instancia de poder regulando la totalidad de las relaciones de la totalidad de los miembros de la colectividad, los cuales carecen de todo poder (entendiendo este como la posibilidad de participar activamente en la creación de las condiciones que constituyen su ser social e individual). Violenta, dado que toda imposición es violencia, ya sea que se trate del empleo de medios coercitivos como las fuerzas policíacas y militares (que actúan directamente sobre los cuerpos), ya sea que se trate del empleo de los medios que aseguran la aceptación pasiva (que actúan también sobre los cuerpos aunque preferentemente sobre las mentes).
Los “micro poderes” son precisamente los que hacen posible esta aceptación pasiva, los que se encargan de obtener la obediencia activa de los dominados.
Se trata de la multiplicidad de relaciones de dominación, puntuales, localizadas, que se expresan en una multitud de “ámbitos” como la familia, la sexualidad, la educación, la economía, el conocimiento, el trabajo, etc., por medio de ciertos individuos, como los parientes, los médicos, los profesores, los capataces, etc., en el seno de ciertos espacios y/o ciertas instituciones, como la escuela, la empresa, la cárcel, el manicomio, el hospital, etc.
Relaciones de dominación (ejercicio del poder) que no actúan directamente sobre la totalidad de los individuos que integran la colectividad en tanto que conjunto, sino sobre los individuos como tales, es decir el cuerpo y la mente de cada uno de ellos.
Relaciones de poder (ejercicio de la dominación) que no se instrumentan a partir del orden jurídico o el sometimiento al imperio de la Ley, sino mediante mecanismos, maniobras, tácticas, técnicas, de orden esencialmente disciplinario. No mediante “prohibiciones legales” sino una estructuración (inducción, control, instrumentalización) y normalización del individuo en tanto que cuerpo y mente. Desde la optima gestión de los gestos y el tiempo (principalmente en el trabajo pero también en el “disfrute” del ocio), hasta la distribución espacial de los entes (segregación pero también hábil y provechosa mezcolanza). Siempre reforzado por el primordial principio de una jerarquización extrema y acompañado de un permanente sistema de control, cada día mas total, complejo y sofisticado. Desde el anticuado “fichaje”, hasta la moderna vigilancia audiovisual (en Londres, hoy en día, ningún “ciudadano”, absolutamente ninguno, puede permanecer mas de un minuto en cualquier calle o lugar publico sin ser monitoreado por alguna cámara de video), pasando por los omnipresentes sondeos y estadísticas (valiosos instrumentos supuestamente respetuosos del anonimato de cada sujeto encuestado pero que adecuadamente elaborados y analizados son mas reveladores que cualquier interrogatorio policiaco acompañado del siempre recomendado uso de la suficiente "fuerza persuasiva".)
En suma se trata de mecanismos de regulación (de ordenamiento) de las condiciones de vida de todos y cada uno de los individuos que conforman la colectividad, de la normalización de su comportamiento.
Normalización que lleva (naturalmente) a la definición de lo normal, al establecimiento de los límites de la normalidad… con todas sus implicaciones. A la hora en que el poder tiene que sancionar no se castiga única y/o principalmente en función de lo que uno ha hecho sino de lo que uno es. El juez ya no solo tiene frente a si un criminal sino un “desviante”, ya no solo le pregunta ¿Qué has hecho?, sino ¿Quién eres?. Respetar la ley es necesario pero no suficiente, también hay que ser normal (respetuoso de la norma y de la normalidad).
Si la libertad es lo que define al ser humano, lo que constituye su humanidad… si la posibilidad de elección entre diferentes comportamientos es lo que hace que se pueda calificar a un ser vivo de humano… entonces no hay la menor duda de que todos somos seres vivos… pero muy pocos humanos. Si el fenómeno de la vida constituye la diferencia entre el “ser” y el “vivir”, nuestra humanidad es lo que constituye la diferencia entre el “vivir” y el “existir”.
Queda cerrado el círculo. Lo velado u opaco se hace nítido, lo imperceptible se vuelve más que evidente. Según consta en los testimonios de algunos compañeros de Cho Seung Hui, este se hacia llamar “QUESTION MARK” (signo de interrogación, en castellano) y en una lista de estudiantes que algún profesor hizo circular entre los alumnos, en lugar de escribir su nombre, Cho Seung Hui puso el signo “?”.
Su percepción (y la percepción es siempre mas “real” que la realidad, mas “verdadera” que la verdad) era que le negaban su ser, mejor dicho, su derecho a existir. Percepción sin duda lucida. Muchos no existimos… algunos pocos lo sabemos… muchos lo ignoran… muchos nos conformamos… algunos no lo soportan… Cho Seung Hui era de estos.
Quienes le negaban su existencia tenían que pagar por ello… les hizo pagar.
¿Eran inocentes?... ¡No!… ¡culpables… de ser inocentes!
Semejantes a el (con la agravante de no saberlo) eran merecedores de su misma suerte.
Sin duda que Cho Seung Hui hubiese aprobado y hecho suyo lo que escribió el pensador (se negaba terminantemente a que se le etiquetara como filósofo) Emile Cioran:
Nos echan a este mundo, y nadie nos ha preguntado si queríamos nacer…
Una de las cosas que tengo más claras, es que la sociedad tal como es ahora, no me gusta, vivo en ella porque no me queda otro remedio, y porque al mismo tiempo que la aborrezco, la necesito…
Mi pesimismo, como le llaman los demás, o lucidez, como le llamo yo, es una pesada carga que tampoco pedí llevar…
Me pregunto muchas veces porqué soy así, porque tengo que ser tan consciente de que la vida es una mierda, que tal como la vivimos, tal como la sociedad nos impone una rutina, unas obligaciones, unas normas, unas prohibiciones,... es difícil vivir, es un sinsentido, esto no es vida, y a veces pienso que para vivir así, mejor no vivir…
No existe un dios, no existe un diablo, estamos solos ante nuestro destino y de él deberíamos ser dueños, pero no es así, nos imponemos normas, absurdas en su mayoría, para dominar la vida y las acciones de los demás…
La gente me produce asco, tengo asco hasta de mi mismo. Deseo una destrucción completa de todo lo humano, incluidos ellos e incluido yo, ya que no soy especial ni mejor que ellos. Soy una mierda más puesta en este mundo sin mi aprobación.
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¿PORQUE UNOS SI Y OTROS NO?
DE VIDA, MUERTE Y SUICIDIO.
DE VIDA, MUERTE Y SUICIDIO.
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Muchos somos conscientes de que no existimos. De que día con día nos arrebatan nuestra existencia o de que, por un déficit de voluntad, somos incapaces de construirla… generalmente las dos cosas a la vez. Y sin embargo no hemos cruzado el Rubicón de la muerte. No hemos tomado la decisión de inflingirnos la muerte o de inflingirla a quienes consideremos responsables de nuestra inexistencia. ¿Por qué?
Ni Cioran, lucido entre los lucidos, dio este paso. ¿Por qué?
La respuesta parece (únicamente parece) obvia. Porque en la lucha de la vida sobre la muerte, esta todavía no ha vencido, el tiempo de la muerte aun no ha llegado.
Porque, por una simple cuestión de “cronología”, el existir necesita de la vida, como la vida necesita del ser. Ser, nacer, vivir, existir y morir. El nacer nos adentra a la vida, esta ultima posibilita el existir y la muerte nos quita todo, nos lleva a la nada reduciendo el ser al polvo originario.
Aspiro a existir y esta aspiración requiere de la vida… la aspiración a la muerte (el suicidio de uno mismo como el asesinato de los otros) llega cuando se es un muerto en vida, cuando se quiere rehuir una vida inerme… ejercer el ultimo acto de voluntad posible sobre su propio ser… ejercer el mayor acto de poder posible cuando se renuncia al ejercicio de este sobre su persona y se “sustituye” por el ejercicio de la dominación… el de infligir la muerte a los demás seres.
A veces sustituido por el de infligir ya no la muerte sino el mayor sufrimiento posible. Quizás por esto se dice comúnmente que el torturador pierde su humanidad al torturar… o tortura porque perdió su humanidad.
Ni Cioran, lucido entre los lucidos, dio este paso. ¿Por qué?
La respuesta parece (únicamente parece) obvia. Porque en la lucha de la vida sobre la muerte, esta todavía no ha vencido, el tiempo de la muerte aun no ha llegado.
Porque, por una simple cuestión de “cronología”, el existir necesita de la vida, como la vida necesita del ser. Ser, nacer, vivir, existir y morir. El nacer nos adentra a la vida, esta ultima posibilita el existir y la muerte nos quita todo, nos lleva a la nada reduciendo el ser al polvo originario.
Aspiro a existir y esta aspiración requiere de la vida… la aspiración a la muerte (el suicidio de uno mismo como el asesinato de los otros) llega cuando se es un muerto en vida, cuando se quiere rehuir una vida inerme… ejercer el ultimo acto de voluntad posible sobre su propio ser… ejercer el mayor acto de poder posible cuando se renuncia al ejercicio de este sobre su persona y se “sustituye” por el ejercicio de la dominación… el de infligir la muerte a los demás seres.
A veces sustituido por el de infligir ya no la muerte sino el mayor sufrimiento posible. Quizás por esto se dice comúnmente que el torturador pierde su humanidad al torturar… o tortura porque perdió su humanidad.
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"?" y "!"
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Otra asombrosa semejanza de “enfoque” entre Cho Seung Hui y Cioran es cuando (ver mas arriba) el primero se hace llamar “question mark” y pone el signo ? donde se le pide su identidad… y el segundo escribe: “Si se me pidiese que resumiera lo más brevemente posible mi visión de las cosas, que la redujese a su mínima expresión, en lugar de palabras escribiría un signo de exclamación, un ! definitivo”
Otra asombrosa semejanza de “enfoque” entre Cho Seung Hui y Cioran es cuando (ver mas arriba) el primero se hace llamar “question mark” y pone el signo ? donde se le pide su identidad… y el segundo escribe: “Si se me pidiese que resumiera lo más brevemente posible mi visión de las cosas, que la redujese a su mínima expresión, en lugar de palabras escribiría un signo de exclamación, un ! definitivo”